Descifrar. [Ryohei]

Sin mucho que hacer, solo vagar, conocer. Sus pasos lo habían llevado de forma inconsciente a uno de los mejores lugares para su persona. "Ah~ biblioteca", pensaba feliz mientras recorría con los pies y la mirada todo aquellos pasillos amueblados con estantes. Una infinidad de libros de lo más increíble: grandes, pequeños, medianos, gruesos, rojos, azules, con y sin títulos. Este lugar si que era completo e interesante.

-Encontrar libros nuevos no es muy fácil- habló en un volumen bajo mientras tomaba de la parte inferior de un estante, un libro de tapa forrada en cuero negro, con letras doradas de alguna lengua muerta. Fue a tomar asiento a un apartado sillón color carmín, de esos que podía encontrarse en el apogeo del Roccoco. Acomodó su espalda, puso una pierna sobre la otra y abrió el libro (sosteniéndolo con ambas manos), dejándose llevar por la lectura.

Unas dos horas como mínimo han transcurrido. El brujo, ensimismado por aquel extraño libro, no dejaba de fascinarse por lo que llegaba a entender. Se avergonzaba a la vez de la soberbia causada por leer un libro con tal escritura. Terminada las últimas páginas, una leve sonrisa en sus labios.

-Crónicas...- musitó.

Dejó su puesto. Se disponía a devolver a su lugar lo leído cuando la iluminación sobre el estante captó su atención. Se giró a observar la ventana; crepúsculo. Por su mente pasó la idea de abandonar aquel lugar pero algo lo detuvo. Una presencia. Une presencia parecida a la suya. Observó a ambos lados, intentando encontrar al ente que emanaba tal energía. "Otro como yo", pensó mientras (con libro en mano) recorría con cuidado y cierta prisa los pasillos que ahora le parecía un laberinto.

Percibió como algunos pasos se alejaban. No había sido lo suficiente cuidadoso pues lo que se movía era aquella otra presencia. "¿Escapando", pensó divertido mientras seguía los pasos que se alejaban. Al contrario de lo que los otros pasos pudiesen revelar los de Kaie eran silenciosos, tantos como los de un asesino.

No entendía bien el porqué seguía aquella otra presencia. En toda su vida el brujo había evitado el contacto con cualquier otra energía ajena a la naturaleza, claro que eso no quita el hecho de haber hecho contacto con otro ser hablante pero, era esto mismo, por lo que el resto de su vida evitaba el comunicarse.

En verdad esta biblioteca parecía una suerte de laberinto pues con dificultad recordaba el camino a la salida. No fue hasta unos pasos antes de que su vista se cruzara con una ventana en la cuál se veía el ocaso, que Kaie pudo divisar lo que venía siguiendo. Observó la espalda del otro con cautela, no recordaba haberlo visto en otro lugar.

Cuando por fin vio como el otro se detenía (en un lugar por lo demás apartado), cerca de una ventana, observó que el otro traía (al igual que él) un libro en mano.

- Disculpa - comenzó con voz suave -¿podría prestarme el libro que traes?- preguntó apuntando sutil con su dedo índice de la mano contraria que aún sostenía el que, minutos antes, el mismo estaba leyendo. Esbozó una de sus sonrisas mejor ensayadas. " Mostrarme amable, es lo mínimo que puedo hacer luego de perseguirlo sin razón", pensó algo confundido.