Regresiones -HYDE-

Durante el día entero había estado ansioso pero como había prometido, ocultando su emoción del resto de los habitantes del penthouse. Anocheció al fin y desde antes de las once había estado insinuándole a Gackt que quería dormir pero por más que lo intentaba el menor no lo hacía. Pasaba el tiempo y no se dormía, así que apenas lo hizo, tomó las cosas que Gemma le había pedido y que ya tenía listas y salió literalmente volando del penthouse, aprovecharía que aún podía hacerlo. Llegó lo más pronto que pudo hasta el cementerio y en cuanto se dirigía a aquella capilla miró su reloj. Le habían sobrado diez minutos.

Caminó un poco nervioso hasta las puertas de roble y abrió una, asomó la cabeza y se encontró todo en completa oscuridad. Le pareció extraño. -¿Gemma?- Se aventuró a llamar a la bruja y finalmente entró en la pequeña edificación. Caminó por entre las bancas abandonadas pues luego de la construcción de la iglesia prácticamente nadie iba, además de que por su ubicación la gente le temía a aquel lugar.

Apenas vio a la muchacha de un segundo a otro su emoción se esfumó y nuevamente tuvo miedo, aunque no sabía por qué, se acercó hasta donde estaba ella, de pie en medio de un pentagrama, tenía la cabeza agachada. -Gemma, ¿estás bien? ¿Pasó algo?- Preguntó ya ligeramente alarmado pues la chica no le respondía.

Los pasos se acercaron cada vez más, la puerta se abrió y no supe qué hacer, de momento me quedé petrificada. Cómo iba a explicarle? Agaché la cabeza sintiéndome derrotada, sabía que había solución pero decirselo a el no iba a ser sencillo. En menos de lo que imaginé, el ya estaba a mi lado. Levanté la cabeza lentamente y lo miré a los ojos.

-Lo lamento Hyde-san-

Murmuré, salí del centro del pentagrama y me lancé a sus brazos sin pensarlo, lo apreté entre los mios como si con eso quisiera aligerar la noticia que estaba por darle.

-Por que no me dijiste que eras mitad demonio?-

Pregunté cerca de su oído y luego me aparté para mirarlo a la cara, tenía que enfrentarlo.

-Tu alma no está en donde creí que estaría. Está en otro lugar... y para hacer contacto con ese lugar se requiere una protección muy fuerte... tanto en ti como en mi, además seguramente "EL" te pedirá algo a cambio de tu alma...-

Terminé de soltarlo y me di media vuelta.

-Pero lo haremos, cumpliré mi palabra Hyde...-

El abrazo tardó en sacarlo del trance en el que sus primeras palabras de disculpa lo habían dejado, ¿qué lamentaba? ¿Tan malo era? Escuchó su pregunta pero no respondió y lo siguiente que dijo le sacó casi de todas sus dudas. ¿"EL"? ¿Acaso hablaba de quien creía que hablaba? ¿Era posible? tenía tantas preguntas qué hacer y tan pocas ganas de saber las respuestas. Sabía que algo malo había pasado con su alma aquella noche en que Demian lo transformó pero no se imaginaba tal cosa. Además para él esos temas de Dios y Satanás eran cosas con las que prefería no meterse.

-¿Algo a cambio?- Acertó a preguntar y se imaginó mil cosas, todas tan terribles que ni quería pensarlo, aunque quizás había visto muchas películas. Sus últimas palabras le dieron una ligera calma pero todavía no sabía que esperar, solo quería ser humano otra vez, ¿era tanto pedir?
Ella lo decía tan normal como si le fuera a pedir un ramo de rosas y eso le daba al menos la esperanza de que no le pediría algo así como una vida humana a cambio... pero no estaba seguro... necesitaba que Gemma le dijera más, que hicieran algo...

Todo había pasado bastante rápido, el viento soplando fuerte, las cosas crujiendo a su alrededor... Desde donde Gemma lo había dejado podía ver todo y no era nada que lo asustara por ahora. Fue hasta que el cristal se rompió que sintió un sobresalto, se cubrió la cara y se giró hacia otro lado esperando a que fuera lo que fuera eso, pasara rápido. Y mientras el viento continuaba no podía ver ni escuchar nada.
Cuando todo se detuvo y las velas se encendieron se descubrió la cara y divisó a Gemma mirándole. Entonces aquella voz se escuchó por todo el recinto, aquello sí que le había sacado un buen susto. Se quedó quieto en su lugar escuchando y grabándose en su mente cada palabra. "La sangre de tu primogénito..." -Demian~- Murmuró casi automáticamente y se tapó la boca. No podía ni siquiera pensarlo.

Gemma fue hasta donde estaba y le dijo todo aquello, pero realmente se encontraba en un estado en el que podía escucharla pero sus palabras no tenían sentido para él. -Demian~- Repitió en un susurro y cuando escuchó a la muchacha repetir el mismo nombre que él, "despertó". -¿Gackt?- Se apresuró a preguntar. -Las 3:33, llevar al niño...- De repente todo lo dicho antes por la bruja llegó de golpe a sus oídos. Se talló los ojos, se sentía mareado. Asintió con la cabeza y se puso de pie. -Se lo diré después...- Concluyó vagamente y dandole un último vistazo a Gemma, salió de ahí.

Al sentir el aire fresco darle en la cara se despejó ligeramente. Suspiró, tomó mucho aire y caminó con pasos torpes por entre las tumbas. ¿Ahora qué debía hacer? Si no le decía nada a Gackt habría otro problema después pero no tenía tiempo. Miró su reloj, sentía que los números se movían. Se quedó quieto unos segundos y trató de aclarar su mirada, era como si se hubiera tomado una botella entera de vodka de un solo trago. Apenas pasaba de la 1 de la mañana.
Aún así se apresuró a su casa aunque tardó un poco por el estado en el que estaba.
Cuando subió al cuarto de Demian trató de ser lo más cuidadoso posible. Abrió la puerta del niño y ahí estaba tan tranquilo. Se dejó caer en el sillón que tenía junto a la cuna y escondió la cara entre sus manos. -No, no puedo hacerle esto... pero solo es sangre, solo un poco... él estará bien- Se repitió para convencerse y echó un vistazo a la puerta. Se levantó un poco más lúcido y la cerró. Tomó al niño y lo cubrió con sus mantitas, lo acunó entre sus brazos y se dejó caer nuevamente en el sillón.

Miró su reloj luego de un momento. Esperaría hasta la tres, no quería que Demian sintiera nada, se sentía desesperado y a la vez temeroso de que algo saliera mal. Temeroso de que Gackt pudiera reprobar eso, pero se prometió que se lo diría, todo con calma. -Solo un poco de sangre- Cerró los ojos un momento. Cuando volvió a abrirlos y vio su reloj, eran las tres con quince. ¡Lo que le faltaba, quedarse dormido! Se levantó con el niño en brazos y salió de la habitación, bajó las escaleras y cual secuestrador salió del penthouse.
Corrió a más no poder de vuelta a la capilla. Se sentía raro pero tenía que permanecer en sus cinco sentidos...

Al llegar Gemma tenía en una banca la botella de agua y las frutas que había llevado él. La bruja le miró preocupada, tal vez se notaba el estado mental en el que se encontraba. Trató de sonreírle y sin soltar a su hijo se acercó a ella en espera de sus instrucciones.

No respondió a su pregunta a pesar de que quiso hacerlo, se había quedado dormido, era simple, ¿o no?... Pero las palabras no le salieron. Trató de sonreírle en agradecimiento por el cumplido pero sintió que lo hizo torpemente. Estaba más asustado de lo que jamás había estado en su vida. Si, era un vampiro, mitad demonio... pero esa mitad no le había causado problemas tan graves durante los últimos veinte años. Enfrentarse a Satanás era hablar en serio, aún no se la creía. Pero se recordaba que todo era por Gackt, por sus hijos, por su carrera...

La siguió en automático en cuanto lo tomó del brazo. Sentía como su cuerpo parecía vibrar una vez estuvieron dentro del pentagrama y Gemma murmuraba aquellas palabras, suspiró un par de veces para calmarse y al mismo tiempo destensar el agarre de su hijo. Nada le pasaría, ella se lo había asegurado. Pero en cuanto le pidió aquello volvió a apretar al niño levemente. Cerró los ojos y dio un último suspiro. Luego de unos segundos, con docilidad dejó al niño en brazos de la bruja y le obedeció. Se recostó como le había indicado y por instinto cerró los ojos, ahora todo dependía de ella.

Ya no había tiempo. Una vez Hyde estuvo recostado, recosté al bebé a su lado. El niño, quiza por el ajetreo, había abierto los ojos, y apenas sintió el duro y frío suelo en su espalda comenzó a hacer muecas de incomodidad y a moverse. Las velas se encendieron de golpe como hicieron antes pero esta vez el viento no comenzó a soplar. No aún. La voz grave y profunda de Lucifer se escuchó en mi cabeza. Del bolsillo trasero de mi pantalón saqué una daga afilada y descubrí por completo al bebé. De reojo miré a Hyde. Tomé la manita del niño y acerqué la punta de la daga a la palma de esta, se movió inquieto. Tomé aire profundamente y la pegué aún más, un poco de presión y finalmente hice un corte profundo en diagonal por su pequeña palma. Estiré su bracito y coloqué su mano sangrante contra la esquina de la estrella que tenía más cercana, presioné su muñeca para que la sangre comenzara a correr. Esta se deslizó por toda la orilla de la figura, como si siguiera un canal invisible y pronto la sal pasó de blanca a roja. Los movimientos del niño era cada vez más débiles pero sabía lo que tenía que hacer.

-Recibe la ofrenda y devuelve lo que prometiste!!!-

Grité sin sentirme más capaz de seguir presionando aquella pequeña muñeca y ver como el bebé perdía sus fuerzas. Las lágrimas ya habían acudido a mis ojos, tenía un sentimiento terrible al estar haciendo aquello. Y de repente aquel viento fuerte volvió a hacerse presente, las llamas en las velas se movían con fiereza pero no se apagaban. Cubrí la carita del bebé con la manta, aunque para ese momento este estaba casi inmóvil. Con los ojos entrecerrados vi una sombra negra que aparecía junto a Hyde, una especialmente grande, de esta se despidió una pequeñísima luz blanca perlada, apenas del palmo de una semilla, tal vez. La cual se desplazó hasta quedar arriba del pecho del cantante. De pronto el cuerpo de Hyde se arqueó y la luz entró directamente en su corazón, la luz se expandió una vez dentro y rodeó el cuerpo del ahora humano. Ahora las lágrimas que me corrían por las mejillas eran de sincera emoción, pero todavía faltaba lo importante... La sombra desapareció y una vez el cuerpo de Hyde dejó de despedir aquella luz todo se había quedado en calma. Rápidamente tomé la manita inmóvil del bebé y la limpié con un pañuelo, la dejé mirando hacia arriba sobre el piso. Me desplacé de rodillas como estaba hasta quedar en medio de ambos. Ahora tomé el brazo de Hyde e hice un corte con la daga, uno muy pequeño en su muñeca. La sangre comenzó a brotar y rápidamente la jalé hasta acomodar aquel orificio sobre los labios del niño, esperé apenas vi la primera gota de sangre caer en su boquita. A esta le siguieron más y poco a poco el bebé recuperaba color y movimiento. Le acerqué la mano de su padre un poco más y el pequeño bebió pronto por si solo. Luego de unos segundos ya se movía como antes, había abierto los ojos y su herida estaba completamente sanada... esperé hasta que giró la cara en señal de que estaba satisfecho. Rápidamente me puse de pie y busqué el botiquin que habia llevado. Curé y vendé la herida que le había provocado al mayor y le acomodé la mano sobre el pecho. Cogí al bebé del suelo cubriéndolo con sus mantas.

-Eres un nene muy valiente-

Lo llevé a la banca desde donde podía ver a Hyde y me senté con Demian a esperar a que su padre despertara...

Todas sus fuerzas se habían ido en resistir las ganas de levantarse de vuelta y terminar por no hacer nada. Pero lentamente los sonidos de su alrededor se hacían menos, quería abrir los ojos pero no podía y su oído disminuía considerablemente a cada segundo. Finalmente lo último que escuchó fue el llanto de Demian a su lado y con esa creciente angustia apretada en el pecho, se perdió en un silencio aterrador. Lo único que podía escuchar eran sus pensamientos y ni siquiera eran claros. Sin embargo, no sintió absolutamente nada, el tiempo simplemente pasaba y él no sentía nada.

Así pasaron largos minutos, aunque a él le parecieron horas, días, años... toda su vida perdida. Pero no era como si envejeciera, solo como si regresara a donde se había quedado. El cuerpo comenzó a pesarle, el frío del suelo comenzó a calarle en la espalda y el aire que corría le daba en la cara. La paz que ahora sentía era increíble, diferente... poco a poco se recargaba de energía.
Dejó pasar otro par de minutos y pronto comenzó a sentir movilidad en las extremidades, movió los dedos y luego las manos, igualmente con los pies. Con calma abrió los ojos pero estaba oscuro y no podía ver bien.

Escuchó como poco a poco los sonidos regresaban, el más próximo era la voz de Gemma hablándole a Demian, lo que quería decir que al menos el niño estaba bien. Esto le dio un poco más de fuerza para terminar de incorporarse, lo hizo con cuidado, se sentía mareado. Se talló los ojos con una mano y miró a lo lejos a la rubia con su hijo en brazos. Todo estaba en calma. Todos estaban bien... pero ¿y él? ¿El ritual había funcionado? Permaneció ahí sentado en espera de alguna noticia...

Gemma no tenía idea de lo que sus palabras acababan de causarle en el alma, porque ahora si tenía una. Se sintió aliviado. Le sonrió a la bruja de manera más sincera aunque aún un poco mareado y débil. Pero luego de un momento más se sintió capaz de ponerse en pie y así lo hizo con ayuda de ella. Le ofreció los brazos para que le devolviera al niño y cuando este estuvo nuevamente en sus manos, no hizo más que abrazarlo con fuerza. -Demian... Demian Demian- Lo apretujó con cariño y besuqueó una de sus mejillas.

Se sentía a cada segundo más renovado y contento, pero a pesar de sentirse feliz, ahora tenía lágrimas en los ojos. Era como si todas las emociones se revolvieran y no encontraran salida. Apenado se limpió la cara con la manga del suéter y soltó una risa nerviosa. Miró a Gemma quien aún lo miraba con una sonrisa grande en el rostro. -Buscaré la forma de pagarte, Gemma, te lo prometo- Le murmuró con la voz entrecortada y estiró un brazo para abrazar a la muchacha con sincera gratitud.

Quizá era la "humanidad" que comenzaba a correr por su cuerpo pero en ese momento tenía un extraño conflicto emocional. Se acercó a la banca de la capilla que tenía más cerca y ahí se sentó con Demian mientras la bruja le alcanzaba un pañuelo para limpiarse la nariz. Aquello era tan extraño, ahora todo su cuerpo funcionaba con naturalidad. Con otro pañuelo se limpió los ojos y suspiró finalmente. Observó a Gemma y luego hacia uno de los vitrales, el sol pronto se asomaría por el horizonte, la prueba de fuego. -Comencemos a caminar, quiero estar completamente seguro- Le sonrió con complicidad y se puso de pie para llevarse a Gemma y a Demian fuera de la capilla. Caminaron por el cementerio hacia la salida, el día cada vez se veía más claro...

Luego de un rato podía sentir en los brazos el peso de su hijo, se había dormido nuevamente y lo llevaba cubierto levemente con la manta en la que estaba envuelto. Se sorprendió, bien, ahora se cansaba. Sonrió ante su pensamiento, habían caminado en silencio, se había dedicado a sentir cada cosa. Ahora solo escuchaba lo necesario... y ¡por Dios que veía mal! Suspiró y luego de un rato llegaron al parque. Guió a Gemma hasta una de las bancas, una que estaba en un lugar especialmente despejado. Se acomodó ahí y recostó a Demian en su regazo, aún sosteniéndole con los brazos. Esperó a que la bruja hiciera lo mismo a su lado y le miró de reojo, con una sonrisa apenas dibujada. Sentía que le ardían los ojos, quizás por la escasa costumbre al llanto.
Esperó pacientemente, de momentos pensaba que tal vez Gemma se aburría, pues él no decía nada. Aunque realmente no estaba seguro de tener que decir algo, no sabía como agradecerle y a la vez quería dormir. Pasaron los minutos y cuando la luz empezó a delinear la montaña miró hacia esta, serían las siete de la mañana más o menos, el sol no tardaría en salir y darles de lleno en la cara.

Después de lo que le parecieron horas, ya tenía el sol molestándole apenas en los ojos pero no le importaba. Pronto estaría en casa, y esperaba que Gackt no estuviera despierto aún. Finalmente cuando el sol estuvo de frente a ellos reaccionó, le pidió ayuda a la muchacha para que sostuviera al bebé y se puso de pie. Se puso frente a ella, de espalda al sol, y la miró expectante. -Literalmente te debo la vida...- Soltó una risa nerviosa y se llevó la mano derecha sobre la izquierda, rozó con el pulgar el anillo que tenía en el dedo anular, el Angel heart, ese anillo tan conocido por todos...
Con lentitud lo deslizó por su dedo hasta sacarlo por completo y se lo tendió a Gemma. Tardó un poco en soltarlo en la mano ajena, al final lo hizo con los ojos cerrados y esperó... nada pasó... luego de unos segundos volvió a abrirlos. Giró la cabeza mirando la luz del día sobre su hombro y pronto estiró la mano hasta que fue tocada por los rayos del astro rey. Nuevamente esperó... su piel estaba intacta, sintió ganas de llorar otra vez, "Estúpido, estúpido, no llores..." se advirtió divertido.

Volvió su vista a su compañera y con una sonrisa más grande que antes tomó el anillo que le devolvía, lo volvió a colocar en su dedo y al mismo tiempo vio con cariño el que Gackt le había dado. Suspiró. -Debo ir a casa- Estiró los brazos y tomó a Demian, lo acomodó entre estos y una vez ayudó a la bruja de forma caballerosa, la llevó del brazo hasta el edificio. Se apresuró a dejarla en su apartamento y luego de agradecerle por enésima vez y asegurarle que la vería pronto subió las escaleras. Estaba cansado y a la vez lleno de energía renovada.