Evento de muchos artistillas famosillos ñeñe -GACKT-

Bajó el vidrio de la ventanilla que se encontraba a su lado y ahí recargó su codo para así apoyar parte de la cien y frente en la mano. Por varios minutos no dijo absolutamente nada aún cuando el mayor se disculpó. No es que se hubiera arrepentido de la acción que él mismo había hecho hace unos momentos y mucho menos le importaba que las demás personas le hubieran visto y en esos precisos momentos se encontraran hablando de la situación.
Respiró hondo y por fin miró a su novio sin moverse de su posición. - ¿Qué mierda fue lo que te dije? - Preguntó denotando la molestia que aún estaba presente. Estaba hastiado, era por eso su actitud y también aunque no lo quisiera asumir quizá una pequeña parte de todo eso era que además estaba celoso. Ni siquiera sabía por qué, pero era Hyde ¿por qué tenía que ser así?. De pronto como si nada le importara, como si no le hiciera caso y luego estaba eso. Esa actitud de niño regañado.

Prefirió no seguir mirándole y volteó el rostro hacia el frente. Tomó las llaves de su chaqueta y las puso para arrancar el motor. - Ponte el cinturón - Ordenó con la misma frialdad con la que se había dirigido desde aquel suceso con Vivian.
Chasqueó la lengua al recordar aquello, pero era mejor no darle mayor importancia ya había pasado y recordarlo solo le causaría más dolores de cabeza. Echó andar el vehículo y salió del estacionamiento, oficialmente la fiesta había terminado y oficialmente Hyde estaba borracho y él mismo estaba enojado. No había sido una buena noche. Se adentró a la calle principal, no era muy tarde y hubiera querido pasar más rato con sus compañeros de banda, suspiró con cansancio.

- Fue muy agradable lo que dijiste cuando estaba Vivian, te lo agradezco - Dijo de pronto con notorio sarcasmo en tanto se detenía en un semáforo rojo. Dejó ambas manos sobre el volante y miró al vocal a su lado con cara de pocos amigos. Negó apenas y volvió su vista al frente, mejor dejaba eso antes de llegar a casa y hacer un escándalo. Estaba Akira y Demian, no era lo correcto así que intentó tranquilizarse y disipar las tensiones.

No respondió nada, pero de pronto todo le llegó junto; la borrachera, lo sucedido con Vivian, la actitud de Gackt con él. Todo. Inevitablemente estaba a punto de soltarse a llorar, pero no por lo que el otro le decía. Lo inundó un coraje que no había logrado concretarse con aquella mujer presente, un coraje quizás olvidado por el tiempo. De todas formas le obedeció y se puso el cinturón todavía sin pronunciar palabra. Pero no era justo. Se hundió en el asiento y dejó la vista fija en el camino frente a ellos durante el primero tramo. Cuando llegaron al semáforo levantó la mirada hacia el menor al escucharle, para ese momento ya tenía ese molesto nudo en la garganta pero aún así le miró fijamente, sin inmutarse.

-¿Y por qué tienes que desquitarte conmigo? Ella también dijo cosas. Además, ponte en mi lugar. No es como si la hubieras besado simplemente, ¡te acostaste con ella, Gackt!- Sin darse cuenta había elevado el tono de su voz y se había incorporado del asiento. Y sin contenerlo más había comenzado a llorar en silencio. Repentinamente quería gritar y pegarle, azotar algo, despotricar contra lo que se dejara, pero tendría que aguantarse. Siempre tenía que aguantarse. Se llevó las manos a la cara para cubrir su llanto y se agachó hasta apoyar los codos en sus muslos. Pero no, de inmediato sintió que no podría seguir encerrado en aquel coche hasta llegar al edificio. Estuvo así solo un momento y como había comenzado, se detuvo y se incorporó nuevamente, echándose el cabello hacia atrás. Le miró como antes, con un dejo de rencor. -Detén el auto- Pidió con firmeza y quitó el seguro de su cinturón, dándole a entender que iba en serio. No quería llegar así a la casa.

Recordó lo acontecido la última vez que había decidido salir solo pero no importaba, lo que se estaba juntando en su pecho en ese momento era peor que cualquier cosa. No podría controlarse. Esperó a que Gackt le hiciera caso sin dejar de mirarle. -Hubiera preferido que me dejaras allá...- Agregó casi sin pensar, estaba comenzando, ya no se sentía triste. Ahora solo estaban esos "sentimientos negativos" de los que hablaba KAZ. Debía salir del auto cuanto antes...

Reanudó el camino y ni siquiera se inmutó cuando el otro alzó la voz, como siempre había sido desde un comienzo en aquella relación, todo era su culpa y si, posiblemente Hyde tuviera razón. Siempre pasaba y de hecho comenzaba a acostumbrarse a todo ello.
Le miró de reojo cuando notó el llanto, pero tan repentinamente como había llegado, se había esfumado. Y aunque ese estado en el castaño no le gustaba para nada y menos cuando era su culpa ahora mismo no podía hacer más que ignorar.

Escuchó la petición de su novio e incluso en ese momento se sintió mal por lo que estaba haciendo, tal vez debía reconsiderarlo y pedirle disculpas aunque al escuchar lo siguiente por parte del mayor su enojo incluso aumentó. Esos estúpidos celos volvían y sin razón aparente, muy al contrario de la razón de Hyde. Continuó con el camino unos cuantos metros más sin hacerle caso, pero ¡demonios!, quizás era mejor que por esa noche ambos se relajaran muy lejos uno del otro.
Le dio una mirada cargada de enojo y detuvo bruscamente el vehículo e incluso rápidamente se inclinó sobre el vocal y él mismo abrió la puerta. volvió a su posición. - Vuelve entonces, largo. - Miró hacia el frente en todo momento y cuando notó que el mayor había salido, se inclinó una vez más para cerrar la puerta aunque antes de ejercer la acción se detuvo y le dio una rápida mirada. Aún era tiempo de retractarse, aún era tiempo de pedir disculpas, sin embargo no lo hizo.
Chasqueó la lengua y maldijo por lo bajo, arrancó el automóvil y continuó el camino hasta el Penthouse...

Apenas el otro abrió la puerta, dejó de lado el cinturón, pero se detuvo un segundo, mirándole con reproche sobre el hombro. -Pues tal vez vuelva y me revuelque un rato con Sakura, seguro que no te molestará-
Le dedicó una sonrisa ajena, maliciosa. Bajó del vehículo. No tenía idea de donde estaba pero seguramente no muy lejos de la ciudad.

Al contrario de Gackt, solo le dedicó una vaga mirada y a paso rápido comenzó a alejarse del auto, pero no de vuelta a la fiesta ni en la dirección en que iba el carro. Se alejó un poco hacia una calle que de pronto, a pesar de la oscuridad, logró reconocer, daba al cementerio. El único lugar en el que siempre había encontrado consuelo y alivio.